Por: Nancy Cárdenas
“Y vivieron felices para siempre”. Entonces
Laura dibujó una sonrisa vislumbrante que atravesó el medio perímetro de su
rosto. A sus 5 años ella ya sabía lo quería en esta vida, su principal
objetivo: encontrar al príncipe azul. A sus cortos años, nadie nunca antes se
lo había mencionado antes, total… tiene 5 años. ¿Qué se puede saber del amor a esa
edad? Sin embargo, nadie esperaba que aquella sería una melómana insaciable,
una adicta a las canciones románticas y cursis, una experta en listar con los
ojos cerrados los detalles de cómo debía ser su príncipe azul y ya no sólo
animado, sino de carne y hueso. Laura sabía perfectamente cómo reconocer a su media naranja. Total, ¿Qué tan
difícil podía ser, si reconocía de
izquierda a derecha las características del amor verdadero?
Kate Millet, feminista que en los
setenta que dijo el lema “lo personal
es político”, nos dice que “El amor ha sido el opio de las mujeres, como la
religión el de las masas". Si bien, el amor se entiende cuando no lo
entiendes, se siente sin premonición o aviso previo. De pronto crees que es la
persona perfecta que siempre esperaste y que no existe otro ser igual a él que
pudiera adaptarse a tu ideal del amor. Pero entonces la pregunta no es, si te
ha dado chocolates, cuántas veces te ha invitado al cine o ha llegado a
rescatarte en medio de un conflicto armado (hablando en tiempos modernos), no,
sino la pregunta es ¿Qué significa el amor para esa persona?
La BBC tiene un
documental sobre la química del amor y las explicaciones científicas de por qué
nos gustan cierto tipo de personas. Aunque no lo crean, la amígdala es la parte del cerebro que
procesa las emociones. Cuando alguien te gusta, envía una descarga de hormonas,
de adrenalina y noradrenalina, por todo el cuerpo. Estas hormonas hacen que tu
corazón lata hasta tres veces más rápido de lo normal. La sangre se desvía de
tu estómago y se va a otros lugares como las mejillas (por eso nos sonrojamos)
y…a “otras partes convenientes del cuerpo” tal como comenta Mayra Zepeda,
articulista del blog “Animal Político”.
Sin embargo, a pesar de que algunos
científicos afirman que este rico coctel de sustancias cerebrales hacen que nos
enamoremos, existe una serie de características que por más que las endorfinas
te mareen con su empalagosa sensación, estas de cierta manera te predisponen a
cierto tipo de expectativas, que son fruto sin más ni más de tu contexto. Tal
como lo afirma Ignasi Morgado, articulista de periódico Vanguardia “el
desarrollo de la corteza cerebral confiere al amor romántico, además de
componentes motivacionales instintivos, otros emocionales esculpidos por
el tapiz con el que hemos crecido”.
Incluso, filósofos han llegado a la
conclusión que la idea del amor romántico no es sino una construcción cultural
nacida en Norteamérica cuyo origen podemos precisar tanto en el tiempo como en el
espacio. Nos vemos tapizados de ideas que nos bombardean con expectativas
falsas y otras veces ciertas de cómo debe ser, sentirse y vivirse el amor. Eduardo
Padilla, articulista en el portal SDP noticias, enuncia que la mercadotecnia y
el amor van de la mano y es así como diversas empresas del ámbito comercial,
cinematográfico y televisivo se han aprovechado de sentimiento humano para
elevar sus ventas o atraer consumidores. Pues al igual que el sexo, el amor
vende.
¿Será entonces que la idea del
príncipe azul y la media naranja han estigmatizado a través de los años los
estándares y expectativas amorosas que nos muestran los medios de comunicación?
Inevitablemente y aunque se tope frente con pared, en alguna ocasión hemos sido
víctimas de esta engañosa y cruel idea sin darnos cuenta.
Félix Loizaga Latorre, Carlos Prieto
González, profesores de la Universidad de Deusto, afirman que en el cine, las personas no se limitan sólo a visionar
una película, sino que se involucran en las historias, sintiendo lo que sienten
los personajes: pasión, tristeza, amor, odio… Y en ocasiones, el espectador no
es consciente de esto. La mercantilización del amor y la sexualidad humana a través del cine ha ido creando
modelos a partir de los cuales, podemos orientar nuestras acciones. En otras
palabras, es generador de ideología, activando emociones, comportamientos,
cogniciones y elaborador de actitudes.
Nunca pensé que Disney, Warner y la
mayoría del rubro cinematográfico y televisivo “Made in Hollywood” tuvieran algo que ver en las rupturas del corazón, de los divorcios y de las aberraciones amorosas
maquiavélicas. Fuera de broma o exageración, es cierto. El amor romántico
incide más en las mujeres debido a la promoción moderna del ideal de felicidad que
nos muestran estos audiovisuales. No de nada llegamos a creen en la frase “el
amor verdadero es para siempre” o que a costa de todo por derecho innato y sólo
por ser mujeres, los hombres deben implorarnos de rodillas por amor como si se
tratara de un cuento de princesas.
En sí, las novelas rosa, el cine de
amor y gran número de series televisivas, usan el infalible recurso “amor” para
asegurar el éxito dentro del mercado. “La producción de cine y vídeo es un
ejemplo destacado de como las industrias culturales, como vehículos de
identidad, valores y significados, pueden abrir puertas para el diálogo y la
comprensión entre los pueblos, pero también para el crecimiento económico y el
desarrollo”, declaró el director general
de la UNESCO, Koichiro Matsuura. ¿Se puede convertir el cine en un medio que
poco a poco logre modificarnos?
Se sabe que la India es el primer
productor de cine en el mundo, Nigeria es el segundo país del mundo que más
películas, a poca distancia de India y claramente por encima de los Estados
Unidos, al cual casi duplica en el número de films, según revela una encuesta
sobre el cine mundial hecha por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU).
Sin embargo, nuestra ubicación y
contexto nos han situado a través de los años en un campo occidental. En
México, el mayor consumo de audiovisuales son provenientes de Estados Unidos. Marién Estrada, en una publicación para
la Revista Mexicana de la Comunicación, evidenció a través de un estudio a
nivel nacional en 2002, que en nuestro país el 73.5 por ciento de las
películas que se exhiben provenía de Estados Unidos y 5.88 de México.
Con esto damos cuenta que a través de
los años nuestra propia sociedad se visto influida por las ideas consumistas
del país vecino. Inconscientemente hemos crecido con una idea distorsionada y
esquematizada del amor que nos hace creer y exigir ciertas cosas, aspirar y
anhelar cosas no reales. En realidad, con el tiempo y gracias
al mismo contexto en el que nos
desarrollamos y las experiencias reales del amor, nos han ido hecho caer de
sentón en la realidad, trayéndonos de nuevo una personal y fantasiosa construcción del amor.