martes, 31 de enero de 2012

El silencio Imperfecto

La tarde caía y el sol parpadeaba de manera intermitente. Ese día el calor intimidaba y al parecer las hojas de los árboles ofrecían el mejor de los remedios.

Es entonces cuando Andrés divisa la vieja banca apolillada y sin color, incluso sin vida… pero en ese momento su divina salvación. Él llega, se sienta, entonces se percata de la presencia de una chica. Una persona de estructura menuda y de perfil griego, de ojos profundos y sonrisa discreta; sumergida en un mar de palabras construidas por García Márquez y aislada por un par de audífonos de llanta.

Entonces la observa, la analiza. Ella parece ajena e inerte, ni siquiera nota su presencia. Él comienza a sudar, sus manos palpitan y el calor parece quemarlo más rápidamente. ¿Me habrá visto? ¿Por qué no voltea? Comienza a pensar… Quizás este momento sea cualquier otro, o quizás no… Puede ser el amor de mi vida o tal vez no… ¿Me pregunto si un día nos casaremos o si algún día llegue a agradarle a su madre? ¿Si ella aceptará mi afición por los gatos y yo su tendencia a odiarlos? Mientras tanto ella sigue inerte, en la misma posición y moviendo solamente la planta del pie.

Mientras tanto Andrés se obsesiona, un millón de pensamientos aterrizan y lo sofocan. ¿Qué debo decir? Quizás odia que la interrumpan… Así pasan algunos minutos y para él se convierten en años. Una oportunidad única estaba a tan solo 10 cm de su lado.

En eso después de pensar y pensar, encuentra la palabra perfecta, el momento perfecto y la sonrisa perfecta. Aclara su voz, toma el valor y justo antes de pronunciar la primer palabra cae sobre su frente una gota de lluvia, voltea hacia arriba asombrado. Baja la mirada y justo en ese momento la chica se levanta y se va.

Sin duda alguna, la vida le recordó que a la perfección nunca se le hace esperar.

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