lunes, 1 de octubre de 2012

¿En dónde quedó su corazón?


Y fue así como llegó a este punto. Año tras año, momento a momento los días fueron desprendiendo las esperanzas de sus expectativas en materia de asuntos jugosos del corazón. De pronto y sin darse cuenta, las viejas canciones de amor que solía escuchar y gesticular con un sentimiento intenso, ahora ya no tenían esencia alguna. ¿Cómo fue que un día se levantó sin corazón?

Martín siempre había tenido un aire desentendido. La gente difícilmente lo comprendía y no encontraba una traducción coherente a los  algoritmos de su mundo. En realidad eso poco le importaba, él disfrutaba de la complejidad que representaba su nata y tan escasa personalidad. Pero eso es otro asunto del que después les contaré.

No es que Martín odiara el amor, simplemente ya no creía en él. Ahora era un  sujeto que andaba por las calles con el alma deslavada, con los ojos fríos y con un aire de invencible. Y digo invencible porque cuando uno se enamora se vuelve vulnerable y esto lo hace a uno mortal. Mortal ante la posibilidad de perder la cabeza, mortal porque de pronto sustancias extrañas confunden los pensamientos alterando la percepción de la cosas. Sí, era peor que estar terriblemente borracho y no poder hacer un patético 4.
 ¿Ahora ven por qué le repugnaba la idea de estar enamorado? ¿Qué sentido tenía? Martín lamentaba la idea de terminar siendo un casado coqueto con melódicos discursos ensayados esperando algo más a cambio o ser  uno de esos reprimidos personajes con una vida alterna y desconocida.

Sin embargo mucha gente lo hacía. Era clásico enterarse de quisquillosas historias a voces; de rompimientos continuos y de grandes desamores en los que sientes que mueres y que ya no vale nada la pena. Una y otra vez… como si un chip genéticamente instintivo controlara todas esas veces absurdas y otras no tantas en las que uno pierde la cabeza por la existencia de un “cualquiera”. ¿Qué tan malo podía ser esto? ¿Qué acaso las historias más conmovedoras no habían sido víctimas de un intenso amor inigualable? Me pregunto qué habría opinado Yoko Ono si la nominaran como la protagonista de una de las historias más apasionadas ( o en su defecto, de las más abominables) de los 60’s o ¿qué maravilla del mundo supliría al  Taj Mahal, si el emperador Shah Jehan no hubiera perdido la cordura por Muntaz Mahal?

En fin, volviendo a la historia, debo hacer la acotación de que Martín no siempre fue así. Aún recuerdo cuando su corazón era transeúnte ante cualquier gesto tierno y despiadado, ante una larga cabellera o frente a  un estilo alternativo y desfachatado. Así era. Sus profundos ojos apiñonados se revolcaban y se  volvían presas ante la presencia de alguna señorita perfecta de cintura esculpida. ¿Acaso eso fue desgastando la sensación del amor?

Ahora todo era tan distinto a hace algunos años. Antes podía pasar los días pensando en la belleza incógnita de una desconocida, ahora tan sólo le deleitaba tener la habilidad de predecir futuras infidelidades de parejas desconocidas u observar cómo con sus miradas reflejaban relaciones condenadas al fracaso –Patéticos-pensaba.  Era absurdo el tan clásico comportamiento de estar con alguien por costumbre, por miedo a estar solos. ¿Quién podía merecer la felicidad compartida si no se tiene la capacidad de tenerla por uno mismo?
Llámese don o una vasta experiencia en analizar los asuntos amorosos, era cierto que él mismo negara que el amor era algo que lo tenía sin cuidado, en realidad y sin duda alguna, era uno de los sujetos más “acorazonados” de la historia.

El desamor ha forjado a los más grandes románticos. ¿Quién puede decir que ha sentido el amor si no se ha desgarrado primero? ¿Qué sentido tendría la vida sin amores de eso intensos que no siempre resultan pero que hacen que uno sienta que vive?

El amor no siempre tiene que ser perfecto.  Las historia de la vida real no siempre terminan con el esperado final feliz ni con un vivieron felices por siempre. Sospecho que esa idea ha llevado al fracaso a tantísimos ilusos que creen que la vida es como en los cuentos o en películas, en las leyendas o en la ficción.
 En realidad en la vida real es mucho más complejo. ¿Pero es tan imposible tener un final perfecto? Esta pregunta parecería un mito, un cliché. Uno nunca sabe, puede o puede no ser.

La historia de Martín ahora que lo pienso es una de esas que no se esperan, una de aquellas que el mismo no evoca y no quiere, pero al final siempre termina pasando. Uno puede correr, puede escapar, incluso puede gritar su gran repudio al amor. Pero cuando llega ni aunque te escodas lo puedes quitar o borrar. Total, cuando menos lo esperas todo puede pasar y es así como la historia de Martín apenas acaba de empezar.  

4 comentarios:

  1. Nany! escribes increible :)

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  2. "Vivieron felices para siempre una frase", quizá sea iluso pero creo que si puedes llegar a ese momento.

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