domingo, 23 de octubre de 2011

Editorial


¿Y en México cuándo será la buena?



Al parecer el 15-M sigue haciendo ruido por las calles. Después del fuerte eco por el movimiento español, ahora varios países lo han tomado de ejemplo para darle voz a sus inconformidades.

Muestra de ello, el pasado 22 de Octubre se levantaron 951 ciudades de 82 países para reclamar la justicia social y democracia real que tanto anhela la sociedad, o al menos eso es el vector principal que los indignados españoles proclamaban.

Es evidente el enorme descontento mundial, es curioso ver cómo las acciones se desencadenan como cuando tiras una ficha de dominó en medio de una fila interminable de las mismas. Al fin y al cabo las repercusiones son en cadena.

En Londres las acampadas continúan contra los planes de ajuste y los excesos bancarios; en Grecia los plantones frente al parlamento se mantienen firmes como roca y ahora en Estados Unidos el movimiento Occupy Wall Street está tomando fuerza inimaginable.

¿Y qué pasa con México? Siempre nos hemos caracterizado por nuestro infalible orgullo y sólida fortaleza, sin embargo también por una arraigada sumisión e indiferencia a los problemas relacionados con el poder. Sin embargo es gratificante darnos cuenta de que México comienza a levantar la voz. Sería raro que no lo hiciera, pues en general América no está exenta de injusticias.

La desigualdad en México no es cosa nueva. En general sabemos a grandes rasgos las problemáticas que tenemos como país, pero la ambigüedad del asunto está en que hemos ido aprendiendo a convivir con ellas y es ahí donde se encuentra el problema. Somos una sociedad contrastante, el mismo Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente de Coparmex lo afirma, “no es malo que en México esté el hombre más rico del mundo, lo que es malo es que tengamos 50 millones de pobres”.

Pedir un modelo económico diferente, enriquecer nivel de educación y poner freno al narco suenan objetivos demasiado altos. No obstante, es lo que mueve a este nuevo movimiento de protesta. “Pasamos de ignorados a indignados, los mexicanos también acampamos” fue una de las frases que se leyeron en las pancartas de los manifestantes que hicieron guardias el pasado 15 de Octubre afuera de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Y aunque a simple vista puede causar una reacción de mofa ante la singularidad de la frase, se denota la vitalidad de la protesta, pues son los jóvenes quienes empiezan esta misma.

¿Atractivo, no? ¿Jóvenes que protestan como en España? ¡Qué Innovador! Sin embargo nuestro contexto mexicano da vuelta a la situación. Existe una enorme diferencia entre los movimientos extranjeros con el nuestro: en México siempre ha habido movimientos y el intentar cambiar la realidad no es ninguna novedad. Por desgracia de cierta forma los mexicanos estamos cegados. ¿Por qué ya no tomamos conciencia de las manifestaciones de los inconformes, de los sindicatos o de los estudiantes, de los obreros o de los maestros? Hemos llegado a un punto en el que vemos a los que se manifiestan como agitadores o gente sin que hacer u ocupación.

Sin embargo lo importante es saber la razón por la que se alza la voz y no nada más seguir a los del frente como manada de borregos o hacer huelgas por causar simple alboroto, porque entonces segaríamos siendo susceptibles a caer en el mismo error.

Como país necesitamos conciencia. Requerimos abrir los ojos ante lo que realmente nos afecta. Es palpable la discordancia mundial con sus políticas y sistemas, sin embargo estamos parados frente a un buen comienzo, lo único que hace falta es abrir el enfoque que tenemos y darle voz a la inconformidad que tenemos como nación.

lunes, 26 de septiembre de 2011




" Y así somos los mexicanos..."



Aún recuerdo cómo fue mi tan planeada llegada. En realidad lo planeado fue desplazado por lo espontáneo y lo espontáneo a su vez, le dio una marcada cachetada a mi pasado. Habían pasado ya seis meses desde que me marché de México y al transitar de nuevo por las calles de la ciudad, vi un letrero que atrapó mi atención. ¡A pocos días de la independencia, viva México! Entonces pensé ¿Qué tan independientes somos realmente? ¿Habrá algo que celebrar?

Me vino un flashback de mi pasado. Debo admitir que antes las fechas patrias me parecían una absurda construcción de la radio y la televisión. Una retorcida y ambivalente tradición que servía de pretexto para sacar a flote nuestra tan característica condición de parranderos. Odiaba como año con año te obligaran a asistir al desfile interminable y a las horas de calor con uniforme. Era celebrar sin realmente celebrar.

“Darle la vuelta al calcetín” de pronto vino esa frase a mi mente. Mi profesor español solía remarcarla para cambiar el enfoque con que veíamos las cosas y después de estar en la Madre Patria algún tiempo, supe que eso definía mi nueva visión. Entonces ¿Qué era ser mexicano?

Podemos ser no muy altos, con tez morena y con un acento marcado. Es casi imposible pasear por el mundo sin que seas reconocido como tal. Realmente las características por las que nos identifican son una mezcla de mercadotecnia y publicidad. Ser mexicano va más allá de un pasaporte que lo indique o un sombrero con botas y bigote, tal cual lo plasmaba Vasconcelos. Resulta irónica la reacción inmediata de decir “mexicano” y que la gente evoque a María la del barrio o algún bar de Tijuana repleto de forasteros.

Podemos resultar únicos en comparación con otras culturas, pues al estar en otros países, sientes que son otros mundos, incluso aunque hablen la misma lengua. ¿Entonces qué tan diferentes podemos ser de una raza a la cual históricamente estamos tan ligados?

Las influencias no las podemos negar. Y a pesar de que hoy en día celebramos una “Independencia de España”, seguimos conservando rasgos que a través de los años son imposibles de borrar pero también los hemos ido modificando conforme a la personalidad de nuestra sociedad.

Recuerdo que al llegar a España, mi primera impresión con una camarera fue algo terrorífica. A primera instancia te puede impactar el fuerte tono del español y la sinceridad para decirte las cosas. No tienen pelos en la lengua. Es curioso cómo nosotros los mexicanos solemos adornar con preceptos y palabras las cosas para que los demás las tomen de buena manera. En mi vida, me habían regañado por repetir la palabra “gracias” en el mismo minuto. A los españoles les saca de onda la constante repetición del agradecimiento, en cambio en México, es una falta de educación no hacerlo.

Mis primeras peleas con el idioma me confrontaron. No era mi culpa no entender que cuando decían “está cabreada” no evocaban a un animal, sino un mal humor exagerado. O que al momento de pedir un pan dulce, fruncieran el ceño y me voltearan los ojos y que hasta mil explicaciones después, llegáramos al mutuo acuerdo de que lo que quería era una pieza de “Bollería”. En fin, a pesar de ser el mismo idioma, cada cultura tiene sus propias características.

Sería interesante que nosotros los mexicanos aprovecháramos más esa singularidad y espontaneidad para destacar y no para sobresalir en la noticias como contrabandistas ingeniosos detenidos en Hong Kong. No en vano Butragueño afirmó que como el chicharito, sin duda alguna hay más mexicanos con la capacidad de brillar.

México tiene las herramientas para ser grande. Tenemos libertad, pero debemos aprender a coordinarnos. Es curioso ver como en Europa se tiene una serie de estrategias para proteger su mercado y su cultura de lo norteamericano.

Recuerdo aquella tarde cuando llegué a la estación de Madrid. Mi estómago rugía y mi presupuesto estaba limitado por una decreciente conversión y por absurdas adquisiciones de souvenirs. No ver las calles tapizadas con letreros comerciales anunciando una doble hamburguesa con queso o un combo con papás y refresco era extraño.

Ahora entiendo porque España es el país que menos gasta en comida rápida en el mundo (EAE bussiness School). Ese día me resigné a cambiar mis esperadas papás a la francesa por un famoso “bocadillo” de jamón serrano. ¿Será que nosotros los mexicanos estamos tan influenciados por el exceso de publicidad norteamericana que al momento de elegir optamos instintivamente lo pre- fabricado?

En realidad ni siquiera lo negamos. Nos sentimos orgullosos de que mes con mes, se abra un nuevo negocio de “mundo” y creemos que eso nos situará más cerca de ser un país primermundista. Lo cual es un error.

En México, desgraciadamente muchas veces estamos parados en el pódium de inconsciencia. Por ejemplo, actualmente nuestro índice de obesidad va en aumento. Es cierto que cuando nos gusta algo no escatimamos y solemos posponer la fecha para ahora sí empezar la dieta ejemplar. Total, qué más da esperar a que pase Día de muertos, Navidad, año nuevo y después la candelaria. ¡Imposible perderse los tamales y el atole que a Lupita le tocó invitar!

Es por eso que, cuando festejemos el 16 de Septiembre hay que celebrar aquellas cosas de las que estamos consientes, no sólo la ambigüedad. Samuel Ramos dice, que “los hombres se moldean de acuerdo a las circunstancias de su historia”. Dejemos de seguir el absurdo modelo que proyectan las películas de narcos y las novelas de la tarde. Creo que como mexicanos tenemos mucho más que compartir con el mundo que un “wey” y minutos de impuntualidad.

Nuestra historia nos ha heredado muchos complejos y defectos. Ideologías llenas de desigualdad y vicios entrañables. Sin embargo también ésta misma nos ha hecho más fuertes, solidarios y sobretodo muy humanos. Javier Sicilia no erró al asegurar que la sociedad mexicana tiene fuerza moral para resistir y luchar contra la violencia que ejercen los criminales y los gobernantes corruptos, para abatir el mal.

Sabemos sobreponernos y eso lo reflejamos ante el mundo. Es por eso que en estas fechas en las que celebramos ser mexicanos, debemos recordar aquello que nos hace serlo y no lo que lo festejamos por cotidianidad. Pues el mexicano en todo el mundo, no tiene otro igual.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Brújula y Fronteras

Columna mundo by nancy_cr343

Brújula y Fronteras

Por: Nancy Cárdenas



Con la Madre Patria…

* A menos de un mes la celebración de independencia de España, los empresarios mexicanos y españoles tantean las expectativas del solidario “Foro Responsabilidad Social Empresarial México-España”. Esperemos que esto refuerce el compromiso para trabajar a la par y se hagan nuevos convenios.


*Como sabemos a pocos días de los 75 años del asesinato de García Lorca, el investigador Miguel Capistrán, recupera su enigmática historia. Con esta publicación probablemente se reconstruirá y reforzará el vínculo que se tiene con la cultura española aludiendo al arraigado aprecio del reconocido escritor.


*Más que un alianza de esfuerzos, “Las Méridas” es el nombre que unificará aspectos entre México, España y Venezuela, pues el planear “Renombrar” a Mérida con dicho nombre, nos deja ver la consolidación de importantes lazos culturales y económicos que tienen como principal objetivo reunirse para crear marcas turísticas y promocionarse conjuntamente.


*Se habla de una uniformidad de Lenguaje, sin embargo resulta inquietante que la CEPE asegure que tendrán que pasar algunos años para que se incorporen a sus libros de texto las modificaciones que estableció la Asociación de Academias de la Lengua Española. Es inaudito que un proceso tan elemental y universal se vea obstruido por la abstención de modificar el sistema de enseñanza nacional.


*Reafirmando el derecho a la verdad y a la justicia, el documental “La maleta mexicana” de Trisha Ziff viene a crear conexiones internacionales mediante memorias que involucran varios países como España, México y Holanda. Con esto se aludirá una rica variación de perspectivas internacionales que plantean una misma situación pero en distintos contextos sociales.


*Gracias a la nueva muestra “Intersticios urbanos” en el CCEMX se dará difusión a las expresiones alternativas latinoamericanas en territorios europeos, lo cual irá rompiendo con ciertos esquemas que se tienen idealizados desde hace mucho tiempo de nuestra cultura como tal.